Kochol: el pueblo de los brujos “que no hacen nada”
¿Y es cierto que hay brujos en Kochol? “Sí los hay, igual que en todo Yucatán, pero no se meten con nadie”. ¿Entonces para qué se convierten en animales o cosas así? “Ah, pues para divertirse, ellos están desde que se fundó el pueblo, usted cree que si le hicieran daño a la gente vivirían todavía aquí las familias?” (Las palabras de un habitante de Kochol).
Kochol es una comisaría del municipio de Maxcanú conocida por su prevalencia de médicos tradicionales, o h’menes; pero nosotros le hablaremos de “los brujos de Kochol”. Kochol está a 10 kilómetros de la cabecera. Cuando cae la noche, los habitantes sugieren entrar a la casa, “no es bueno” estar en el patio. Se escuchan los berridos de chivos misteriosos cuya diversión es luchar a topes y se golpean tan fuerte que la vibración que producen sacude las ventanas de las casas. Y no falta la presencia de zopilotes, aun de noche, cuyos aleteos provocan ventarrones que azotan los árboles y cuanto encuentran a su paso.
Allá la gente saber que no hay que salir de noche, porque se puede topar uno con cualquiera de los 19 brujos o brujas que viven en la población y salen a realizar sus correrías nocturnas convertidos en poderosos animales. Hasta donde se conoce, esos brujos y brujas que esperan las sombras para cambiar de forma no son demasiado peligrosos, pues no matan más que ocasionalmente, pero lo hacen de susto, porque su especialidad y diversión es precisamente esa: Asustar. Algunos son viejitos, pero hay señores y señoras, e incluso niños brujos. Se les ve muy poco en el día, porque mientras la gente común está trabajando en casa o en la milpa, o estudiando en la escuela, ellos generalmente se encuentran durmiendo.
Los brujos de Kochol, los mayores, que durante el día tienen actividades normales y cotidianas y hacen su milpa, se reúnen en el Cementerio de Santo Domingo, pueblo situado a escasos kilómetros, de donde amparados por las sombras de la noche y el misterio de las invocaciones salen convertidos en gatos, chivos y zopilotes “o algún mal viento”, cuando su propósito es oscuro.
En Kochol saben quiénes son esos brujos y brujas, algunos han descubierto el momento en que invierten su transformación en algún terreno baldío para volver a ser personas, pero no desean que se revele públicamente; porque también son parte del pueblo y sin su protección cómo podrían enfrentar “males de ojo”, o males de la salud que sólo con sus hierbas se alivian.