“El mal viento” o “mal aire” entre los mayas

¿Ha oído hablar del “mal viento” ó “mal aire” (K’aak’as iik’)? Para los mayas los vientos tenían características buenas y positivas, pero también negativas y malévolas. El “ik naal” (que proviene del aire), conduce el desequilibrio corporal, a la enfermedad y la muerte.

Muchas enfermedades, consideran, vienen por malos aires. Los vientos pueden provenir del poniente, de la noche, del agua, del monte, de la milpa, del corral, de la calle, del medio día, siendo más propensos a ellos los adultos. Pero también pueden originarse de seres humanos, objetos, plantas y animales, “dueños” de lugares, “promesas” no cumplidas y por el trabajo de “limpias”.

Los síntomas de haber “pescado” un “mal aire”, son: calentura, el dolor de cuerpo y hasta ataques, nervios, falta de sueño, fiebre, dolor de cabeza y de cuerpo, debilidad y diarrea. En cuanto al tratamiento, toda actividad curativa corresponde al h’men, quien debe realizar las ceremonias que se omitieron o incumplieron.

Los rituales y las oraciones alejarán los vientos hacia lugares sagrados ubicados detrás de donde se oculta el sol. En casos específicos se requerirá de la expulsión mediante punciones corporales y sangrías con espinas de cola de raya o mediante colmillos de jabalí o de víbora de cascabel. La función es abrir la vía de salida al “mal viento” acumulado, causante de dolor.  

Un mal viento común de recibir, lo experimentan los hombres que hacen la milpa, vulnerables cuando regresan “calurosos” del monte. Por ejemplo, el campesino que viene de trabajar en el monte, la milpa o en la calle puede adquirir el mal viento y transmitirlo a su familia, por lo que conviene de guardar un poco de reposo antes de entrar en la casa.  Generalmente, las plantas que no pueden faltar en el sahumerio de una persona que llega con “mal viento”, son la ruda, el romero y la albahaca.